Los antiguos egipcios la consideraban una planta milagrosa y con muchísimas posibilidades.
La caléndula es una planta herbácea que puede llegar a los 50 centímetros de altura y que florece durante la etapa que va desde la primavera, hasta las primeras heladas del invierno.
Posee un gran poder cicatrizante y antiséptico, además de regenerar la piel y producir colágeno, por lo que es muy recomendable para curar heridas, tratar cicatrices, pies y manos agrietadas, pieles quemadas o con acné, úlceras bucales y eccemas.
Tambien posee una importante capacidad antiinflamatoria y es muy recomendable para curar la gingivitis y la faringitis.
Nos ayuda con las irritación de nuestra piel ya que contiene betacaroteno, fitoesteroles y ácido salicílico. Es emoliente, calmante y suavizante.
Contiene flavonoides que son sustancias que reparan los vasos sanguíneos y circulatorios.
Si tienes la vista cansada debido a que has estado mucho tiempo frente a la pantalla del ordenador o del móvil, te va a aliviar. Además de combatir la conjuntivitis y las inflamaciones oculares, ya que posee importantes propiedades antivirales y antibacterianas.
Una infusión de caléndula te va a ayudar mucho ante problemas digestivos como la indigestión, la gastritis o los vómitos.
Si lo que te preocupa es el aspecto de tu piel, las cremas compuestas por caléndula son extraordinarias porque la hidratan y la humedecen.